sábado, 23 de mayo de 2009

Me inyectaste el corazón mientras te besaba!


Esta es la historia de la linda carolina…
Carolina era una niña opaca, una niña que se escondía la melancolía detrás de las orejas, pero aunque ella no quisiera sus ojos la delataban, niña yo te podía regalar tanta luz, y no lo aceptaste, te hubiese podido regalar miles de hongos enviados en burbujas, pero no lo aceptaste, me lo dije tantas veces pero no lo acepte, querida carolina como ibas a saber que después de un dia lleno de besos, flores y magia, se tornaría a un día lluvioso, de sangre y llanto.
Que al despedirte de la nena con ojos color tornasol, labios sedosos y deliciosos, cabello corto con manchas verdes, y cuerpo de agua.
Te subiste a tu nube de algodón, que sin darte cuenta poco a poco se derretía, si! Carolina se derretía entre mis manos, porque le caían lagrimas acidas, que llenaba su nube de agujeros y lastimosamente se te acaba el espacio.
Caminabas por el angosto pasillo del autobús dejando huellas oxidadas; buscas donde sentarte, encuentras tu lugar preferido, empiezas a contar tus lunares, vos sabias que algún día verías una sonrisa en uno de ellos.
De repente ves una mujer blanca, cabello rojizo piernas largas y firmes, con ojos azules penetrantes, se sienta a tu lado y te pide la hora,
-la miras y le dices 6:45, la hora que no sabes si es un domingo triste o un lunes solitario, a esa hora que los buses van llenos de gente y nadie ve nada.
Te dice la mujer: oye nena sabes algo, SOS muy linda, tal ves me puedas regalar un trozo de tus labios, tus orejas, y el reflejo de tus ojos, ven para acá y regálame un beso.
Ella hipnotizada por sus ojos azules penetrantes se le acerca y la besa; mientras carolina se hunde en su lengua, la pelirroja que fue por 5 minutos mía, me introducía una jeringa llena de aire en el corazón, ella lo disfrutaba, mientras mi corazón se hinchaba y explotaba, reventando mis venas y haciéndome sangrar.
Niña melancolíca, viste tu lunar con una sonrisa, derramaste una lagrima mas, y un mar de sangre; Volviéndote arena dejando que el viento te arrastre con el.

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